LA BATALLA DEL EBRO



 Actualizamos con una reflexión acerca de la batalla más sangrienta de la Guerra Civil: La Batalla del Ebro. Para leerla haz clic en el titulo de esta entrada
                                                   
                                         LA BATALLA DEL EBRO
 
Esta batalla comienza la madrugada del 25 de julio de 1938 en el momento que las tropas republicanas cruzan el río Ebro cerca de su desembocadura. Pero, ¿por qué de esta maniobra republicana? Para responder a esta pregunta deberemos echar la vista unas semanas atrás y observar lo que aconteció en Aragón, Extremadura y Levante.

Para evitar el acoso al que estaban siendo sometidas las tropas republicanas, el general Rojo diseña un ataque por el sur de Cataluña con la intención de atraer al ejército de Franco hacia el Ebro. En los meses anteriores, tras ocupar Teruel, las tropas de Franco han avanzado rápidamente. Consiguen avanzar en un inicio por Aragón, al sur del Ebro hasta llegar a las poblaciones catalanas y conquistar Lérida. Del mismo modo en el sur, han llegado hasta Vinaroz. Por tanto, la República se halla dividida en dos zonas, aislando de esta manera Cataluña del resto.

La ofensiva que tiene lugar por el Ebro catalán es desarrollada por tropas italianas principalmente. Sin apenas resistencia, los italianos han logrado tomar Gandesa. Esta rapidez lleva al ministro de Interior de Franco, Serrano Suñer a anunciar que el fin de la guerra está próximo. Pero en ese momento, Francisco Franco toma una de las decisiones más controvertidas que incluso parece absurda: decide olvidarse de continuar hacia Barcelona y se dirigirse hacia Valencia. ¿Un intento de alargar la guerra?  De esta forma comienza la batalla de Levante.

El general Rojo será el encargado de dirigir a los que luchan por la República  y para ello crea un Ejército de Maniobra,  lleva a cabo la práctica de crear acciones ofensivas sorpresivas lejos del frente atacado y crea la Agrupación Autónoma del Ebro (rebautizada como Ejército del Ebro). Este Ejército del Ebro es en realidad un Ejército Rojo, comunista por los cuatro costados, especialmente en sus mandos y comisarios políticos. A estas alturas de la guerra, el general tiene claro que las tropas con mejor rendimiento son las creadas y dirigidas por el Partido Comunista. La idea del mando republicano es tener tropas preparadas en Cataluña para que estén preparadas y en alerta para cualquier ataque sorpresa. Rojo escribe estos días que el Comité de No Intervención pesaba como si de una losa se tratase sobre ellos, creando un aislamiento e impotencia a la República mientras llegaban a los puertos españoles armamento de todo tipo para abastecer al enemigo. Es en este momento también, cuando Francia abre la frontera pirenaica, lo que benefició a los republicanos aunque bien pronto sería nuevamente cerrada.

Durante la primera etapa de la batalla de Levante, el Estado Mayor Central republicano ordena al general Saravia hacer dos ofensivas en Lérida pretendiendo crear un puente que forzara al jefe del Ejército del Norte nacional desplazar allí sus fuerzas, y así desproteger la retaguardia de las tropas en Castellón. Esta operación fue un rotundo fracaso ya que fue repelida con facilidad.

De nuevo en la campaña del Levante, una vez que el ataque nacional se ve frenado por el aumento de las tropas republicanas, Franco duplica sus unidades. De esta forma se concentrarán en esta franja casi 400.000 hombres, la mitad de cada bando. La progresión resulta muy lenta, sin contar el alto número de bajas. El 4 de julio, el Cuerpo del Ejército de Galicia alcanza los alrededores de Sueras y penetra en el pueblo de Artana. Más tarde lo hará en Mora de Rubielos y Rubielos de Mora. Los días 21,22 y 23 de julio parece que la defensiva se va a desplomar. Pero justo en el momento en que parece llegar el fin, el Ejército republicano del Ebro cruza la noche del 24 al 25 el río.
 

El Ebro se tiñó de “rojo”

La ofensiva del Ebro se realiza en el momento oportuno. La  acción suicida con medios precarios resultaba una utopía.  Rápidamente un batallón ataca frontalmente la única posición con la que  el enemigo cuenta y que además se ve completamente sorprendida. Todo sucede muy rápido sin apenas bajas. El Ejército republicano hace más de 400 prisioneros en este punto. Esta maniobra resultó brillante y fue posible gracias al análisis llevado a cabo por Rojo del “Caudillo” durante toda la guerra. El terreno ocupado en un día por los republicanos tardaría cuatro meses en volver a ser de Franco.  El Generalísimo en este caso se propuso recuperar el terreno perdido para salvaguardar su prestigio y empeñó una gran cantidad de ataques frontales que terminarían en un desgaste mayor por parte de los franquistas. Señalar que la ofensiva nacional lanzó más de un millón de proyectiles a un promedio de 13.500 diarios sin contar con las 20.000 toneladas de explosivos en operaciones aéreas. Esto no causó un número desorbitado de bajas ya que las tropas republicanas habían previsto tal ataque y habían establecido fuertes zonas de refugio. Las bajas producidas durante la batalla en cada uno de los bandos serán de unas 40.000.   

Franco se vio obligado a lanzar siete contraofensivas para expulsar a los republicanos de la margen derecha del Ebro, provocando alarma en los dirigentes fascistas que apoyaban la causa nacional. Mussolini recibió  informes en los que le comunicaban que el ejército de Franco había experimentado una severa reducción y el embajador alemán se preguntaba si la negociación de paz de la que hablaba Negrín no terminaría favoreciendo al bando rebelde. 

El “Pacto de Munich”, la sentencia de la República

El 20 de octubre los nacionales tan sólo habían logrado adelantar 8 kilómetros cuadrados de los 80 que deberían recuperar. Pero unas semanas antes al firmarse el Pacto de Múnich, Gran Bretaña y Francia habían cedido ante Hitler traicionando a los checoslovacos e influyendo de manera decisiva en el desarrollo de la batalla y de toda la contienda. De este modo los alemanes e italianos aumentaban su ayuda a los rebeldes, los rusos afectados por varios problemas suprimían prácticamente el suministro de material a la República y Negrín perdía toda esperanza de acuerdo. Según John Coverdale “fue esta ayuda alemana la que dio a Franco el margen de victoria y le permitió salir del atolladero en que se hallaba en el Ebro”.

Una vez iniciada ya la campaña de Cataluña que constituía un paseo militar para las bien pertrechadas tropas nacionales, Franco declaraba que se estaban recogiendo los frutos de la Batalla del Ebro la cual, había supuesto una catástrofe para las fuerzas republicanas. El “Caudillo” proclamaba un éxito que en realidad, no se había producido.
No fue Franco ni mucho menos quien triunfó en la Batalla del Ebro sino Rojo quien demostró elegancia y brillantez.

                                   BIBLIOGRAFÍA


-“El Ebro, la batalla más larga de la Guerra” por Senén Fernández. Colección “La Guerra Civil Española” de Biblioteca “El Mundo”.

-“El general que humilló a Franco: Vicente Rojo” por Carlos Blanco Escolá.

- Artículo: “El último éxito republicano” por Carlos Blanco Escolá.

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La Guerra Civil española


La Guerra Civil Española (1936-39) es, sin duda, uno de los períodos más aciagos de la Historia Contemporánea.

Lo que comenzó siendo el alzamiento de una parte del ejército, encabezado por los generales Mola y Franco, con el fin de deponer al legítimo Gobierno de la República y el orden Constitucional imperante, terminó por cobrarse casi un millón de vidas, desgarrando las entrañas mismas de la sociedad.

Tras cumplirse siete décadas del fin de la contienda, es necesario, más que nunca, que permanezca viva en nuestra memoria, sin falsos maniqueísmos, para reivindicar los valores que engloba la dignidad de la persona, cuya conquista no es un hecho irreversible, sino que debe lograrse día a día desde compromisos profundamente éticos, y por tanto, humanos.


Miguel Ángel Motis Dolader, Doctor en Historia