EL FRANQUISMO Y LA EDUCACIÓN


                                              Niños de la escuela de Ricla. 1940

 Actualizamos con una entrada relacionada con la educación en el franquismo. Más información tras el salto de página.


LA EDUCACIÓN DURANTE EL FRANQUISMO

La victoria del franquismo tras la Guerra va a suponer una brutal ruptura con las reformas pedagógicas iniciadas durante la II República tendentes a generalizar un modelo educativo liberal. La escuela franquista va a estar fuertemente ideologizada y se va a basar en dos pilares fundamentales: Dios y Patria. El laicismo va a ser sustituido por un sistema confesional católico forzoso. La religión impregnará toda la vida del alumno dentro y fuera de la escuela. También debía impregnarse la mente del niño de un intenso patriotismo: cantos, himnos, subida de la bandera… Y todo ello exaltando los valores castrenses de la nueva España: disciplina, valor, jerarquía, sacrificio, servicio… Se suprime la libertad de cátedra del profesorado, el maestro debía estar al servicio de esa ideología, adecuando su pedagogía a las necesidades de esa escuela y de esa Patria a la que sirve.     
Se suprimió también la coeducación (Orden del 4 de Septiembre de 1936), y la educación mixta separando a los alumnos de las alumnas en centros diferentes alegando razones de orden moral y “por eficacia pedagógica”. A las niñas había que educarlas “en la feminidad rotunda” que las condenaba a una posición subordinada en la sociedad.         
Se suprime así mismo la unificación de la red escolar. El nuevo sistema vuelve a lo establecido en la Ley Moyano allá por 1857 y establece una doble diferenciada: por un lado, una enseñanza Primaria hasta los 12 años y destinada a la clase trabajadora y por otro, Bachillerato (otra prueba de ingreso que se hacía a partir de los 9 años), para las clases medias y acomodadas. Un sistema para un país subdesarrollado en el que la mano de obra no cualificada no era necesaria y que reservaba la educación para las clases pudientes.       
Se expulsará de la enseñanza a aquellos maestros que habían militado, simpatizado o simplemente colaborado de forma pasiva con la República o con los partidos políticos afines. En trabajos realizados sobre este tema se habla de 60.000 maestros depurados. Hasta el Decreto de 10 de Noviembre de 1966 no se van a declarar extinguidas las responsabilidades políticas del profesorado. Se expurgarán las bibliotecas escolares y se van a destruir los libros cuyos autores militaron en las ideologías perseguidas: liberales, marxistas o anarquistas. El Instituto de España se va a encargar de redactar todos los libros de texto, tanto para la enseñanza pública como para la privada. Tanto la Iglesia como la Falange tenían potestad para censurar los libros de todas las materias. Para ser editados los libros debían tener el “Nihil obstat” firmado por el Censor, generalmente un eclesiástico, y el “Imprimatur” firmado por el Obispo de la Diócesis donde se imprimía el libro.         
Propugnaba una enseñanza cuyos principios educativos básicos eran el dogmatismo y el memorismo, y siempre bajo una fuerte disciplina en el aula, basada en el principio de autoridad del maestro. Prevalecen los valores religiosos y patrióticos sobre los científicos. Sólo se permite el castellano como única lengua.       
Los castigos físicos eran el recurso habitual para provocar el cambio de comportamiento. La falta de respeto, la indisciplina o la desobediencia se “curaban” con un bofetón. En general, los castigos físicos eran aceptados por todos. Visto desde la distancia todo esto nos parece subrrealista.      
La Educación Primaria femenina debía preparar especialmente para la vida del hogar, la artesanía y las industrias domésticas. Se calificaban, tal y como aparecen en la Cartilla de Escolaridad: lectura, escritura, dibujo, cálculo, religión, Historia, Lengua, Matemáticas, Formación del Espiritú Nacional, Educación Física, Ciencias Naturales, Trabajos Manuales, Formación para el hogar, Deberes, Conducta, Puntualidad y Aseo.      
La Religión la impartía el Párroco de la localidad y la Formación del Espíritu Nacional la daba el maestro o el jefe Local del Movimiento que, en muchos pueblos, era el Alcalde.

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La Guerra Civil española


La Guerra Civil Española (1936-39) es, sin duda, uno de los períodos más aciagos de la Historia Contemporánea.

Lo que comenzó siendo el alzamiento de una parte del ejército, encabezado por los generales Mola y Franco, con el fin de deponer al legítimo Gobierno de la República y el orden Constitucional imperante, terminó por cobrarse casi un millón de vidas, desgarrando las entrañas mismas de la sociedad.

Tras cumplirse siete décadas del fin de la contienda, es necesario, más que nunca, que permanezca viva en nuestra memoria, sin falsos maniqueísmos, para reivindicar los valores que engloba la dignidad de la persona, cuya conquista no es un hecho irreversible, sino que debe lograrse día a día desde compromisos profundamente éticos, y por tanto, humanos.


Miguel Ángel Motis Dolader, Doctor en Historia